Tabla 1: Descripción del estilo de apoyo a la autonomía y de las conductas participativas y adaptativas.
En la primera sesión,
los alumnos no tenían ningún tipo de autonomía, el docente daba todas las
indicaciones y obligaciones y no les permitía tomar sus propias decisiones, ni
implicarse. El docente les marcaba unos ejercicios, los cuales todos debían
hacer al mismo tiempo y debían cumplir con el número de repeticiones marcado.
Esto es negativo ya que no todo el mundo tiene la misma condición física, por
lo que no todo el mundo puede hacer el mismo número de repeticiones o ejercicios,
y por último no hay autonomía por parte los alumnos ya que no existía la
posibilidad de elegir el orden de los ejercicios. Esto creaba un mal ambiente
de grupo que no favorecía las relaciones sociales, ya que al tener que estar
todo el rato acatando órdenes generaba mucho silencio. Por tanto, en la primera sesión no había
conductas participativas ni adaptativas.
Por otro lado, en la
segunda sesión, el docente les dejaba más margen a los alumnos, pero sin darles
vía libre; marcaba los ejercicios y decía un número de repeticiones mínimas a
las que habían llegar, así como un número de repeticiones máximas, favoreciendo
por tanto la autonomía de los alumnos, de esta manera los alumnos podían
realizar la tarea adaptándose a su condición física. Además, a diferencia del
docente de la primera sesión, este les dejaba elegir a su gusto el orden de los
ejercicios y el número de repeticiones que hacía cada uno, favoreciendo la
autonomía de los alumnos, las conductas participativas y las relaciones
sociales, ya que generaba un mejor ambiente de trabajo. Además aplicaba
conductas adaptativas, como por ejemplo en el calentamiento: unos corrían hacia
atrás y otros hacia alante, y unos tenían que pillar al de alante y otros
intentar que no les cojan, este ejercicio tan sencillo del calentamiento hace
que las actividades sean más motivantes y agradables para los alumnos. El
docente de la primera sesión les ponía a correr sin más, hacia delante y hacia
detrás, eso genera aburrimiento y monotonía, además de que imponía autoridad,
al ser él quien marcaba los tiempos de cada carrera. Ejercicios como este, que
se han realizado en la segunda sesión, hacen que el aprendizaje sea más
llevadero, y que los alumnos se diviertan pero que al mismo tiempo aprendan y
trabajen en educación física, ya que les sale implicarse y mostrar interés,
porque están haciendo algo divertido que les gusta.
Tabla
2: Descripción del estilo estructurado y de las conductas orientadoras y
clasificadoras
En el grupo que
realizó la tarea de tronco primero, se pudo observar la personalidad poco
orientativa del profesor ya que exige un alto grado de resistencia física como
de conocimiento de la técnica de distintos ejercicios de tronco tanto en el
calentamiento como durante el desarrollo de la tarea. Y eran habituales sus
comentarios de “chicos sois muy lento, no os estáis esforzando suficiente, más
rápido…”. Esto tiene un efecto muy negativo en el aprendizaje ya que las
indicaciones estaban dirigidas a un nivel homogéneo cuando lo común es todo lo
contrario. El objetivo del aprendizaje es precisamente el poder ofrecer
opciones según el nivel, que se ajusten al alumnado para que cada uno aprenda
de la mejor manera.
De manera opuesta en
el segundo grupo, el docente empleó un estilo orientativo tanto adaptando los
ejercicios como clarificando su correcta ejecución. En el desarrollo de la
actividad el profesor esperaba del alumnado un nivel moderado y un rango de
repeticiones para que cada uno lo ajusta a su nivel, y adicionalmente ofrece
variantes más exigentes de algunos ejercicios por si alguien estaba capacitado
para ello, pero sin esperarlo del resto (por ejemplo como en el ejercicio de
planchas laterales que comentaba su alta complejidad). Otro aspecto adicional
era el hecho de que el profesor se preocupaba de ser un guía para los alumnos a
través de su integración con los alumnos y dando feedback prescriptivo,
emocional-afectivo o kinestésico (ejercicio de las respiraciones). Otro aspecto
favorable fue el aportar una gran información contextual y útil acerca de la
importancia de las tareas para la salud del tronco
Tabla
3: Descripción del estilo controlador y de las conductas demandantes y
dominadoras
El docente adquiere desde el primer momento una posición controladora con el primer grupo de alumnos respecto en toda la elección y planificación de las tareas, sin dar espacio a la autonomía de los alumnos. Y eran habituales sus comentarios de “chicos sois muy lentos, no os estáis esforzando suficiente, más rápido…” Pudiendo generar en los aprendices emociones de vergüenza por hacerlo mal, aburrimiento y frustración… o simplemente fatiga.
Al contrario que el
primer grupo, los integrantes del segundo grupo, experimentaron un estilo más
democratico y autónomo tanto en la toma de decisiones de tareas con el orden de
los ejercicios como en sus posibles variantes ya mencionadas previamente en la
tabla 2. Los resultados medios en el cuestionario de disfrute de este estilo de
enseñanza superaron en más de 2 puntos por encima respecto del anterior grupo,
dicho cuestionario incluía la percepción de aprendizaje como de grado de
disfrute entre ellos.
Tabla
4: Descripción del estilo caótico y de las conductas de abandono y a la espera.
Como pudimos observar en la clase práctica, el primer grupo que realizó la tarea de tronco no tenía ninguna libertad, el profesor indicaba qué actividad se debía realizar en cada momento, así como las repeticiones. Además, si alguien realizaba la tarea a un ritmo más lento el docente reñía a dicho alumno para que se esforzara aún más (no como el modelo de abandono, en el cual no se incita al esfuerzo). En este primer grupo no se observó feedback acerca de si la tarea estaba bien o mal realizada, lo único importante era que todos hicieran el número de repeticiones indicado por el profesor y según el modelo explicado, pero no se corrigen errores de manera individualizada. En esta actividad había pleno silencio por parte de los alumnos, así que ninguno preguntó ninguna duda, por lo que el docente no pudo decir la frase característica de la conducta de abandono de “ya no lo repito más”, pero sí cumplió con no ofrecer estrategias para la mejora de la actividad, por lo que en general podemos considerar que sí hubo conductas de abandono y también a la espera porque no hacía de guía ni daba nada de información.
Por otro lado, el
segundo grupo que realizó la actividad de tronco tenía mucha más libertad que
el primero, pues podía elegir el orden de las tareas, así como las repeticiones
a realizar, respetando unos mínimos. Estos alumnos recibían feedback acerca de
la realización de la tarea y el profesor les ofrecía estrategias para mejorar
la técnica, así como explicaciones de por qué de la manera que él indicaba era
la correcta y sus beneficios (no como en el estilo caótico).. Durante la
realización de toda la actividad el profesor estuvo observando a todos los
alumnos, sin desentenderse de ningún grupo de alumnos en ningún momento (como
sí ocurre en la conducta de abandono). En este grupo si pudimos observar cómo
el docente daba libertad e iniciativa a los alumnos, pero sí había una cierta
estructuración de la sesión, pues en el calentamiento se realizaba lo que el
profesor indicaba y después las tareas de tronco eran las indicadas, aunque se
pudiera elegir el orden de realización, los alumnos no se podían salir de esas
tareas. Con esta forma de dar la clase sí se podría llegar a dar la conducta a
la espera, pero la facilidad de los ejercicios a realizar permitió que los
alumnos estuvieran lo suficientemente preparados para trabajar con autonomía.
Por último, este segundo grupo pudo aprender mucho más de la tarea, ya que el profesor corrigió técnicas de manera individualizada y dió consejos acerca de qué tareas eran saludables y cuáles no según el grupo con el que se trabaje, pues algunas tareas son comunes para gimnastas, pero demasiado agresivas para la población normal. Sin embargo, dudamos que el primer grupo pudiera aprender algo, pues no había ningún feedback ni consejos para mejorar o entender cada ejercicio. Además, estamos seguros de que el segundo grupo disfrutó mucho más de la actividad, aún siendo la misma, la manera de dar la clase permitió este cambio tan grande de disfrute entre un grupo y otro, como pudimos ver en las estadísticas del cuestionario de disfrute realizado en clase. Esto se debe a que en el segundo grupo los alumnos tenían autonomía y podían relacionarse entre ellos, así como poder realizar las tareas de una manera menos exigente, según lo que prefiriese cada alumno y también la relación con el profesor era más cercana, pues se dirigía a los alumnos por su nombre y de una manera amigable.
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